Mis movimientos de pronto no significaban mucho, de pronto le tenía más miedo a mirar al frente y todo me causaba menos angustias, muchas cosas no rimaban, muchas otras no sonaban pero yo no era consiente, yo salía de mi casa y caminaba y hacía lo que tenía que hacer y me devolvía, y sacaba las mismas llaves del mismo bolsillo y abría la misma puerta para entrar, cerrarla y hacer algo que tenía que hacer adentro similar a lo que estaba haciendo afuera pero solo, paradójicamente más solo. Y cansado caería en la misma cama para no soñar o tener los mismos sueños o no recordarlos. Las estrellas habían dejado de mirarme y la luna había dejado de encandilar mis ojos, el reloj ya no tictaqueaba, las campanas de la iglesia no sonaban a las 6, ni a las doce, ni a las cuatro, ni a las nunca.
Yo solamente esperaba un día sin novedades para para salirme del círculo y caminar sin un sentido y sin dirección mayor al siguiente paso; para encontrar en el paisaje algo diferente al de todos los días y en las nubes mensajes escondidos detrás de las partes sucias que amenazaban con lluvia y que cumplían. Yo esperaba la agradable incomodidad de mi cuerpo mojado y de mis ropas pesadas y pegadas y los calcetines empapados para sentarme finalmente en una silla que al parecer no está hecha para que alguien se siente.
Yo tomaría una hoja de papel y un bolígrafo, no preguntaría de donde salieron y observaría por un momento a las personas huir del agua que increíblemente cae, yo miraría el cielo, me maravillaría, cerraría los ojos, empuñaría el bolígrafo y los abriría para ver cómo el agua hace débiles mis palabras y difumina la tinta de mis sentimientos, cómo el papel parece deshacerse y cómo las lágrimas se pierden en las gruesas gotas de lluvia mientras el tiempo me hace un niño empapado que se revuelca feliz en el pantano bajo la lluvia que embellece la cuidad alrededor y que desvanece y difumina las luces en las calles y en los autos, solo entonces esa música en el cielo que parecía haberse ido hace mucho tiempo empezaría a sonar, solo entonces mis lágrimas de felicidad serían tan hermosas, tan pesadas y resplandecientes. Yo reiría solo e inocente, yo olvidaría el pasado, el futuro y el presente, y atemporal, casi inexistente, amaría mis sueños por ser sueños y estar solo en mi mente.
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